La disputa desatada por la difusión de los
250 mil cables diplomáticos revela la batalla que se viene: el control
de la información.
"Facebook derrotó a WikiLeaks", leímos hace unos días, cuando la revista Time le otorgó su emblemática foto de portada 2010 a Mark Zuckerberg,
a quien bautizó "un jefe de Estado en zapatillas" que maneja una red
social que, con 500 millones de usuarios, equivale al tercer país del
mundo. "WikiLeaks gana la guerra de la información", había dicho esa misma revista-vitrina unas semanas antes, cuando Julian Assange puso en crisis la política exterior norteamericana diseminando 250 mil cables con secretos del Departamento de Estado norteamericano y se convirtió en "el hombre más peligroso de los Estados Unidos", un título que ya se habían ganado desde Daniel Ellsberg, el revelador de los Papeles del Pentágono sobre Vietnam en 1972, hasta Osama Ben Laden, el detonador serial de Nueva York.
¿Quién ganó, entonces? ¿El ejecutivo en zapatillas que integra la lista
de Forbes con sus 4 mil millones de dólares de fortuna? ¿O el gran
revelador 2.0, trajeado a lo londinense-chic, anteojos negros
exagerados, liderando a los contrainformadores del mundo para traernos
algo de la verdad que los grandes poderes esconden? ¿El chico de
California que no puede ser bloqueado por nadie en su propia red social,
pero bloqueó la cuenta de Assange cuando el (otro gran) poder se lo
pidió? ¿O el hombre de esa ex colonia llamada Australia que cuando fue arrestado y su sitio denegado agitó el panal de los hackers
del mundo, que respondieron como feligreses replicadores de los
secretos en todos los servidores posibles, mientras los grandes
jugadores del mercado ( Visa, Mastercard , PayPal y Amazon
) lo aislaban para recibir donaciones? El veredicto es claro: para la
revista Time, la misma que llevó a su tapa a líderes tan distintos como Hitler , Obama , Stalin y Martin Luther King, , el vencedor se llama Zuckerberg. Para nosotros, el ganador es Assange. Pero lo realmente importante es que
esta disputa blanqueó una tensión entre dos visiones de internet, entre
quienes la quieren libre y quienes abogan por el control. La
elección, entonces, viene a poner sobre la mesa un reordenamiento del
poder en internet, donde los dos bandos en pugna quedaron más claros que
nunca. Y lo que apasiona de este momento de la guerra es que las dos
partes siempre existieron y se enfrentaron en las sombras, pero ahora
llegan a la tapa de los diarios.
El botín de esta disputa es el
control de la información. En el medio, se juegan la libertad, la
privacidad, y -para algunos- la seguridad del mundo. Lo que está en
juego es el mensaje, el contenido, lo que unos cuentan a otros. Pero,
como dijo Manuel Castells,
uno de los académicos que más ha estudiado la relación de los nuevos
medios con los movimientos sociales, días después del bloqueo a
WikiLeaks, lo que hizo esta vez los Estados Unidos y sus socios en el
ciberpoder "es la más vieja táctica mediática para que se olviden del mensaje: atacar al mensajero". Esta vez, se llama Julian Assange, tiene 39 años, surgió en Suecia, como un personaje de Steig Larsson, protegido por la bruma, la clandestinidad o las cámaras... ...Lo que tal vez nunca imaginó el gobierno de los Estados Unidos, el país más afectado por las revelaciones, es que ellos mismos,
los defensores de la libertad, tendrían que salir a ponerle límites a
Assange, y violar la Primera Enmienda, aquélla que protege la libertad
de prensa, de expresión y reunión y, junto con la propiedad privada, es
la base de la Nación. Cuando estalló el escándalo, los medios
reflotaron las palabras de la secretaria de Estado de Obama, Hillary
Clinton, de enero de 2010, a favor de la libertad de la red: "En
países autoritarios, la información que se revela por internet está
ayudando a la gente a descubrir nuevos hechos y hacer los gobiernos más
transparentes. Las tecnologías con el potencial de acceder a los
gobiernos también pueden ser arrebatadas por los gobiernos para aplastar
disidentes y violar derechos humanos". Sin embargo, al conocerse
las revelaciones de sus diplomáticos, su país hizo todo lo contrario
contra Assange. No fue el único: otros líderes lo atacaron, desde el
asesor del primer ministro de Canadá, Tom Flanagan, ( "si fuera por mí, mandaría un Predator a volarle el búnker a Assange" ), pasando por la ex candidata a vicepresidenta republicana Sarah Palin ( "capturar a Assange debe tener la misma urgencia que perseguir a Al Qaeda y a los líderes talibanes" )... leer + en ConexiónBrando